Nuestro díptero ama la luz de las palabras, liba de la incandescencia del lenguaje escrito y gráfico, rodea con su vuelo rasante la taza de café frío que acompaña cada idea inconclusa, da rodeos sobre la creación fallida por exceso de procrastinación, y en un descuido logra introducirse en la boca del lector para incubar algunas larvas que luego se abrirán en su pensamiento, en su universo imaginario, provocando el nacimiento de un nuevo escritor, o escritora.
Hablamos quizás de la mosca de Luciano de Samósata; una guerrera emplumada en estado permanente de vigilia, pero que a falta de luz no hace nada. Hablamos probablemente de la mosca que aparece con la luz aniquiladora en el apocalipsis de San Juan. Tal vez la misma mosca de Monterroso, esa que Es mejor que los hombres y su trágico temor al amor y a la muerte. Acaso, una mosca en estado de apareamiento, como la mosca de Joyce, que zumba sobre otra mosca en la ventana del señor Bloom. O la mosca de Robert Silverberg, que debe recitar a Shakespeare para no ser destripada. Es tal vez una de las tres moscas de Cortazar, la que vuela de espaldas. En fin, de algo estamos convencidos, no es un insecto cualquiera, es sin duda alguna, la inspiración de un creador trabajando en su obra. Es la versión en cadena de la misma mosca reluciente del poeta Arthur Rimbaud que, zumba girando en torno a hedores insoportables; a los hedores del bloqueo creativo.
Una mosca luminosa es todo lo que le hace falta a la página en blanco para trascender de la imaginación a la acción. Una mosca que aparece para complicarlo todo. Pero, ¿qué sería de la literatura sin las complejas formas del lenguaje? ¿Qué sería de nuestras llanas vidas sin el entramado sinuoso de la ficción, o del insondable abismo de la poesía? Sería imposible vivir al límite de otras vidas, o al borde de la trama de algunos personajes literarios que, del mismo modo que nuestra mosca luminosa, evaporan la oscuridad del silencio con su iridiscencia, para iluminar la puerta trasera de nuestra propia vida.
Como consecuencia, un lector siempre será la versión en cadena de otros lectores, un escritor, un poeta, o un artista literario, son la versión desencadenada de un creador que ha logrado tragar un buen número de moscas. Entonces se dará cuenta cada uno, si mira hacia la periferia de su creación, que no está solo, que siempre habrá una mosca que le permitirá concretar cada una de sus ideas. Por ello y para ello, sin más rodeos, amamos tanto la presencia de esa mosca en la literatura que nos dimos a la tarea de fundar una galería literaria inspirada en ella: La Mosca Luminosa, que nació una noche, con lamparas encendidas, de la curiosidad de un galerista aficionado por los procesos creativos enfocados en la producción literaria, y de la pasión de un equipo de moscófagos con experiencia en páginas bloqueadas; lo demás es puro cuento, entre todo aquello que se pueda leer, y en lo que haga falta poner manos a la obra. ¡Te damos la bienvenida! y que puedas trascender todas tus ideas después de conocer el universo literario de nuestra propia página.
"Escribir es la geometría del alma"
Platón